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8 consejos para cuidar a un perro labrador

22 Sep

También es conocido como labrador retriever, cobrador de labrador o perdiguero de labrador. Esta hermosa y popular raza, originaria de Terranova –actualmente Canadá–, enamora a primera vista por su porte y buen talante. Fuertes y resistentes, también tienen sus puntos débiles, a los que debemos prestar una especial atención.

¿Cómo es el labrador retriever?

Ya sea en color canela o negro –los tonos más habituales– o chocolate –menos frecuentes–, la belleza de estos perros seduce al instante. Tanto es así, que es imposible dejar de mirarlos cuando pasan a nuestro lado.

De su pasado cazador, han heredado una gran paciencia y energía, que les permite jugar durante largos momentos con los niños, soportando estoicamente las travesuras más latosas de los pequeños. Sociables, confiados y fieles, estos canes siempre están dispuestos a participar en las propuestas familiares y a dar y recibir cariño.

Y, por si fuera poco, el labrador es un excelente perro guía, de búsqueda, de asistencia y de rescate. Sobre su origen, tienes más detalles, en nuestro post El labrador retriever. No debemos confundirlo con el golden retriever, preveniente de Escocia, que aunque tiene similitudes morfológicas, es una raza distinta.

8 consejos para cuidar a tu labrador

Aunque sean fuertes, los labradores no están exentos de trastornos, como ocurre con otras razas. Aparte del control semestral por el veterinario, para prevenirlos, atenderlos, y garantizar un estado físico, psíquico y emocional óptimo, necesitan una serie de cuidados básicos, que os explicamos en estos puntos…

1. Que no les falte el juego: 

Juguetones e incansables, si tienes un labrador, sabrás que no paran y que te necesitan para jugar, sobre todo cuando son cachorros. Así, van a la carrera detrás de todo lo que se mueve, siguiendo su instinto cazador.

Para que continúen con su ritmo, sin extenuarte, necesitan jugar en el parque con otros “colegas” más o menos de su edad, ya que los “peques” suelen temer los zarandeos de los grandotes.

2. Práctica diaria de ejercicio:

Hacer ejercicio es vital para que el labrador se críe de manera saludable y para evitar las conductas destructivas por frustración. Recuerda que estos canes son buenos atletas y tan activos que no tienen suficiente con un paseo corto diario, sino que debemos procurar que hagan caminatas diarias, en general de unos 45 minutos, para evitar que estén ansiosos o inquietos.

Facilítale la práctica de sus actividades favoritas, como corretear por el monte o seguir la pista de un “botín de caza”, aunque la presa sea de mentirijillas. Ten en cuenta que el ejercicio debe adecuarse a las condiciones de cada perro y a su edad.

3. ¡Ojo con el sobrepeso!

Los labradores son perros insaciables, siempre a punto para zamparse un bocado, lo que es problemático por su marcada tendencia a engordar. En nuestras manos está controlar que, desde cachorros, la dieta se ajuste a sus verdaderas necesidades, para prevenir la obesidad en la madurez y vejez.

La elección, cantidad y calidad del pienso debe ser la adecuada, ni más ni menos, incluyendo, claro está algún que otro premio bajo en calorías. En el mercado encontrarás alimentos elaborados especialmente para esta raza, que cuidan su peso y aseguran el aporte de nutrientes y ácidos grasos. Como complemento, el deporte le ayudará a quemar calorías para evitar la obesidad.

4. Educación en positivo y paciencia:

ciles e inteligentes, los labradores son unos animales, con una gran necesidad de estimulación mental, que podemos colmar con ejercicio y entrenamiento.

Lo bueno es que, con estos canes, la educación y el adiestramiento es pan comido, siempre que su familia humana se preocupe de ofrecerles una apropiada socialización, ya desde los inicios, y que sean constantes y pacientes en estas tareas.

En estas circunstancias, el labrador aprenderá rápidamente, gracias a su predisposición y gran capacidad de asimilación. Pero, recuerda: un labrador aprende con buenas maneras y no soporta los gritos ni los castigos desproporcionados. En cambio, será todo oídos ante las muestras de paciencia y adiestramiento en positivo de su familia humana o educadores.

5. Cariño, cariño y más cariño:

Si hay una raza perruna, especialmente cariñosa y necesitada de compañía y de las muestras de afecto y atenciones de su familia humana, esta es precisamente la del labrador retriever.

Eso está muy bien, y debemos respetar que quiera estar acompañado, pero también es bueno que aprenda a quedarse solo en algunos momentos.

6. Displasia de cadera, el talón de Aquiles del labrador:

La displasia de cadera es una patología que afecta especialmente a esta raza. Se trata de una enfermedad ósea hereditaria, consistente en la malformación de la articulación coxofemoral, que conecta el hueso coxal con el fémur y une el tronco a la extremidad inferior.

Puede derivar en dolor, cojera y dificultad a la hora de sentarse o subir escaleras.  Si tu perro es un labrador, el veterinario ya te habrá hablado de la posibilidad de realizarle el test de PennHip, para averiguar si tu can tiene la probabilidad de desarrollar esta afección. La prueba puede realizarse antes de los 4 meses de edad.

Hemos apuntado a causas hereditarias, pero también algunos factores ambientales pueden incidir en la aparición de esta enfermedad, como: la dieta, ejercicios excesivamente intensos, alteraciones hormonales o el sobrepeso.

7. Atención a los oídos:

El labrador es propenso a contraer infecciones de oídos, por lo que debemos prestar un especial cuidado con esta zona, mediante la limpieza regular de las orejas.

8. Cuidado del pelaje

Con un labrador en casa, sabrás que estos canes mudan el pelo entre dos y cuatro veces al año.No obstante, suelen soltar pelo durante todo el año, por lo que necesitan un buen cepillado semanal, para eliminar el pelo muerto.

Si observamos grandes pérdidas de pelo o parches, debemos llevarlo al veterinario, ya que podrían ser signos de estrés o cualquier otro trastorno o deficiencia.

Recuérdalo: grandes dosis de cariño y paciencia, un tanto de actividad, la dieta adecuada, buena compañía y atención a los puntos débiles; es la receta ideal para que tu labrador se sienta radiante, sano y feliz.

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