Para la normal convivencia, es fundamental la educación de nuestro perro. Los centros de educación deben impartir métodos basados en el estímulo positivo.
A muchos propietarios de mascota, se les plantea en algún momento de la convivencia con su perro, la imperiosa necesidad, de encauzar la conducta de su buen amigo.
A partir de ese momento comienza un incesante peregrinar de consultas a amigos del parque, compañeros de trabajo… para encontrar un educador “fiable”.
Lo más sencillo es acudir a la clínica veterinaria habitual; estos profesionales suelen colaborar con centros educativos, con educadores caninos, con experiencia, “contrastados” y que pueden conseguir que su animal llegue a comportarse como desean.
Desgraciadamente, todavía podemos encontrar “profesionales” que no tienen la cualificación suficiente, la experiencia necesaria, o los métodos oportunos para conseguir que la educación del animal llegue a buen puerto.
Debemos olvidarnos de los adiestradores que tratan con rudeza, con excesivo sometimiento al animal… es posible que el perro llegue a aprender lo que deseamos pero quizás su comportamiento se transforme en una serie de actitudes no deseadas, por ejemplo, miedo.
Los buenos profesionales, los buenos centros educativos utilizan los sistemas “positivos”: premiar los aciertos y no castigar los errores.
Por lo comentado debemos tener muy presente que la elección del profesional al que entregaremos a nuestro animal, no debe ser fruto de la prisa, una mala, muy mala consejera.
Existen muchos buenos profesionales, pero, para llegar a ellos, dejemos que nos los recomienden, otros profesionales.
Consúltalo con tu veterinario.