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En estos días se nota que la gente está huyendo de Madrid, de su ardiente asfalto, y los que nos quedamos en la capital disfrutamos de unas ventajas que solo encuentras en esta época: hay aparcamiento en el centro, los jardines de plaza de España no están minados de grupos de chavales y en el metro encuentras asiento a hora punta.
Aunque, pensándolo bien, a pesar de que puedas sentarte, desde hace tres semanas uno de los vagones del suburbano acoge a nuevos pasajeros. Exactamente el último vagón del metro.
Y es que desde el pasado 6 de julio todos nuestros queridos perros (no solo los enanos) pueden viajar en el metro de Madrid. Un adelanto para los que queremos hacer actividades con nuestros peludos en la gran urbe. Ya que Madrid se queda vacía, al menos salgo con mi perra.
Eso sí, para que Kata pueda montar en el metro tenemos que seguir una serie de normas detalladas en la Guía de uso y accesibilidad de la web del metro de Madrid:
a) Los perros deberán estar correctamente identificados mediante chip en la forma que resulte exigida por la normativa vigente en materia de identificación de animales domésticos. (Lo cumplimos desde que la adoptamos tras pasar por tres familias).
b) Sólo se permitirá un perro por viajero. (sí, sus colegas perrunos también están fuera de Madrid).
c) Se podrá limitar el acceso de perros por aglomeraciones o por seguridad de los viajeros y de los propios animales. (No hay problema con esto durante esta época).
d) Los trayectos en tren se realizarán en el último coche de cada tren y los perros no podrán, en ningún caso, ocupar asientos. Para el caso concreto de Metro Ligero 1 los usuarios con perro deberán situarse en los coches centrales. (Todo bien, así, estando todos juntos, pueden entretener en olisquearse hasta que llegamos a nuestro destino. Y Kata es de sentarse a la mínima que está parada, pero en el suelo).
e) Deberán estar provistos de bozal, y su portador habrá de llevarlos sujetos con una correa extensible o no, de una longitud que no supere los 50 centímetros. (Aunque a Kata no le haga gracia lo del bozal se lo pone sin rechistar porque sabe que el premio de viajar con él será bueno).
f) El viajero se responsabilizará de la integridad del animal y vigilará que no ocasione daños o molestias a las personas o desperfectos a las instalaciones. (Si mi perra se acerca a alguien la primera sorprendida seré yo, la pobre es bastante asustadiza, sobre lo de ocasionar daños… le parece demasiado esfuerzo todo en esta vida).
g) Podrá utilizar los ascensores siempre que no obstaculice sus puertas, que su grado de ocupación lo permita y que no se ocasionen molestias a otras personas. En ningún caso se podrán utilizar escaleras mecánicas o pasillos rodantes. (seguro que agradece lo de los ascensores, aunque prefiero que mueva un poco sus cortas patas).
h) El horario de acceso con perros será de lunes a viernes durante todo el horario de servicio excepto de 7:30 a 9:30 horas, de 14:00 a 16:00 horas y de 18:00 a 20:00 horas. Durante los meses de julio y agosto, todos los fines de semana del año y en festivos, el acceso se podrá realizar libremente sin limitación alguna en el horario. (Genial, en julio y agosto nos pasaremos los fines de semana en los trenes nuevos, que tienen aire acondicionado. El resto del año, en hora punta mejor no meterla ahí, y a la hora de la siesta… me viene mal).
Esas son todas las normas, la verdad es que no son muy difíciles de acatar. Así que ya sabéis, tanto si os quedáis por la capital como si venís de fuera, no os olvidéis de vuestro peludo, hay un sinfín de actividades que hacer con ellos en Madrid y ahora podéis dejar el coche en casa y viajar juntos en metro. Nos vemos en algún último vagón de metro.
Fuente: Metro de Madrid/ 20 minutos